La atención plena o mindfulness implica orientar toda nuestra atención en el presente y poner en pausa el pensamiento resolutivo, o sea dejar de lado cualquier idea o sensación que no esté relacionada estrictamente con lo que estemos por realizar.1
Al aplicar esta práctica a los hábitos alimentarios, es decir al conectar las sensaciones físicas con las emociones al comer, nos hace estar más conscientes de lo que nuestro organismo realmente necesita.1,2
Los principios del mindfulness enfocados en la alimentación pueden convertirse también en una herramienta importante para mejorar la calidad de vida de los pacientes con cáncer y brinda diversos beneficios:1
● Conecta a la persona con el placer que proporciona comer, permite concentrar toda la energía en las sensaciones que brinda el saborear, masticar y tragar ese alimento.2
● Mejora hábitos alimentarios.3
● Colabora en el control, aumento o descenso de peso, se logra mayor consciencia acerca de las sensaciones físicas (hambre o saciedad).3
● Permite descubrir nuevos sabores e incorporar mejor los nutrientes.3
Para llevar adelante una alimentación consciente hay que lograr implementar algunas estrategias fundamentales:2
1) Activá los sentidos
Debemos intentar exagerar o incrementar al máximo la capacidad de prestar atención a lo que perciben todos nuestros sentidos al momento de comer. La idea es poder “sentir” a través del aroma o el tacto de los alimentos y convertir a la alimentación en una experiencia donde se pueda apreciar la consistencia de las comidas, los sabores, los gustos y los olores. Para esto, hacer silencio, aunque sea unos minutos, es importante.
2) Poné en práctica la gratitud
Como hemos detallado, las emociones juegan un rol importante en la alimentación diaria. En el caso de la alimentación consciente, conectar el cuerpo con emociones positivas como la gratitud, puede conducir no sólo a llevar hábitos más saludables sino también a incorporar de una mejor manera lo que consumimos. Es por ello que dedicar unos minutos diarios a agradecer el plato de comida que tenemos delante es un ejercicio individual, pero también grupal para hacer en familia y valorar lo que cada uno aporta.
3) Reflexioná
Antes de empezar a comer, tomate un momento para reflexionar sobre cómo te sentís. ¿Realmente tenés hambre? ¿Estás con poco tiempo? ¿Sentís aburrimiento o tristeza? Después de haber reflexionado sobre tu estado podrás elegir si querés comer y qué te gustaría.
4) Sentate
Disfrutar de la comida cuando se están haciendo al mismo tiempo varias tareas es difícil. Por eso, tomá asiento para comer.
5) Apagá todas las pantallas
El télefono, el televisor, la tablet o la computadora nos distraen y nos hacen menos conscientes de qué y cuánto comemos.
6) Decile “no” al plato limpio
A muchos de nosotros nos educaron para terminar todo lo que había en el plato y no se nos permitía levantarnos de la mesa hasta que lo hiciéramos. Esto va en contra de lo que propone la alimentación consciente. No pasa nada si guardamos las sobras para otro momento o si dejamos los últimos bocados.
Alimentarnos de manera saludable es importante para todos y todas. Y lo es aún más cuando, por ejemplo, se está atravesando un tratamiento oncológico. En estos casos, hacer todo lo posible por comer bien y mantenerse en peso, no sólo ayuda a sentirse mejor y con más energía, sino también a que la terapia sea más eficaz.4,5
Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico tratante.
