Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico tratante.
El dengue es una enfermedad viral que se transmite a través de la picadura del mosquito, puntualmente de la especie Aedes aegypti. La transmisión se produce cuando este insecto se alimenta con sangre de una persona infectada y luego pica a otras personas. Cabe destacar que el dengue no se transmite entre personas, ni a través de objetos, ni de la leche materna.1
Existen cuatro serotipos diferentes del virus del dengue. Por eso, una persona puede infectarse y contraer esta enfermedad hasta cuatro veces en su vida.2 Se estima que hay entre 100 y 400 millones de infecciones por dengue al año, si bien más del 80% de ellas son generalmente leves y asintomáticas.3
Los síntomas
Las estadísticas muestran que una de cada cuatro personas infectadas con dengue puede enfermarse. Si bien muchos casos sólo provocan un cuadro leve, el dengue puede ocasionar una enfermedad aguda similar a la gripe. Esto no quita que, en el peor de los casos, un cuadro de dengue pueda poner en riesgo la vida y requerir hospitalización.2
Dicho esto, es importante estar atentos. La fiebre acompañada de una o más de las siguientes manifestaciones puede ser síntoma de dengue1:
● Dolor detrás de los ojos, de cabeza, muscular y de articulaciones
● Náuseas y vómitos
● Cansancio intenso
● Aparición de manchas en la piel
● Sangrado de nariz y encías
Cuando se presenta un caso grave de dengue, los síntomas pueden incluir el daño de los vasos sanguíneos, resultando en hemorragias internas, insuficiencia orgánica o causar un estado de “shock”. ¿En qué consiste esto? Sucede cuando hay un fuerte descenso de la presión arterial, alcanzando niveles peligrosos. Estos riesgos suelen darse en una de cada veinte personas infectadas y es más probable que lo padezcan quienes ya han tenido dengue anteriormente.2,4
Diferencias y similitudes entre dengue y Covid- 19
Ante la actual circulación del Covid-19, es importante dedicarle un espacio a la distinción de síntomas y manifestaciones entre esta enfermedad y el dengue, ya que comparten algunos signos.5
Se recomienda tener en cuenta que la dificultad para respirar es el síntoma más distintivo del coronavirus, así como la tos y el mayor recuento de plaquetas. Por su lado, el dolor de cabeza, el dolor en las articulaciones, la erupción cutánea y la presencia de vómitos/náuseas son los principales indicativos de dengue.6
Si bien puede existir una coinfección de dengue y Covid-19, es importante no pasar por alto que el mosquito que transmite el dengue suele encontrarse, principalmente, en zonas de altas temperaturas y/o climas tropicales.5
Por último, los síntomas de dengue duran un promedio de entre 2 y 7 días y la mayoría de las personas se recupera en alrededor de una semana2. Ante cualquiera de los síntomas mencionados anteriormente, es aconsejable acudir al centro de salud lo más pronto posible para recibir el diagnóstico y tratamiento adecuado.
El tratamiento
Al no existir un tratamiento específico, las medidas apuntan al manejo de los síntomas. Por ende, ante la fiebre y el malestar general, es importante no automedicarse, sino consultar al médico quien indicará los analgésicos y antifebriles que no tienen riesgo de empeorar el cuadro.1
Además, es aconsejable guardar reposo y mantenerse hidratado bebiendo abundante agua para reponer líquidos y realizar control y seguimiento médico según sea indicado.1,3
En los casos leves, los pacientes transcurren la enfermedad en casa y, cuando la situación sintomatológica es más compleja, pueden ser derivados para su manejo en el hospital o requerir de un tratamiento de emergencia.3
Prevención
Intentar detener la reproducción de los mosquitos es la principal medida de prevención que podemos tomar frente al dengue. Actualmente, no existen medicamentos específicos que lo curen.
En este contexto, podemos implementar las siguientes acciones1:
● Eliminar todos los recipientes en desuso que puedan acumular agua (como latas, botellas, neumáticos).
● Dar vuelta los objetos que se encuentran en el exterior y puedan acumular agua cuando llueve (baldes, palanganas, tambores, botellas).
● Evitar que se acumule agua en macetas, floreros y tazones.
● Cambiar el agua de bebederos de animales, colectores de desagües de aire acondicionado o lluvia, dentro y fuera de la casa, con recurrencia. Frotar las paredes de los recipientes con una esponja o cepillo a fin de desprender los huevos del mosquito que puedan estar adheridos.
● Mantener los patios y jardines limpios, ordenados y desmalezados.
● Limpiar canaletas y desagües de lluvia de los techos.
● Tapar los tanques y recipientes que se usan para recolectar agua.
A su vez, para prevenir las picaduras de mosquitos es importante1:
● Usar siempre repelentes, siguiendo cuidadosamente las recomendaciones del envase.
● Utilizar ropa clara que cubra los brazos y las piernas, especialmente durante las actividades al aire libre.
● Colocar mosquiteros en puertas y ventanas. Cuando sea posible, también usar ventiladores o aire acondicionado en las habitaciones.
● Proteger cunas y cochecitos de bebés con telas mosquiteras.
● Utilizar repelentes ambientales, como tabletas y espirales.
Con respecto a la fumigación como medida de prevención, es importante tener en cuenta que ésta no es suficiente para eliminar el mosquito, ya que no garantiza la erradicación ni de los huevos ni de las larvas. Además, su uso debe ser evaluado por las autoridades sanitarias1.
