Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico tratante.
Todavía en el siglo XXI, el cáncer se asocia, en muchos casos, a una palabra tabú o al miedo. Pero lo que pocos saben es que, de acuerdo a los registros mundiales (ACS), la sobrevida frente a un diagnóstico de cáncer ha aumentado en forma sustancial en los últimos años, llegando hasta un promedio de 5 años en el 70% de los casos, es decir, la mayoría. (1)
Cuando las personas reciben la noticia de un diagnóstico de cáncer experimentan una serie de emociones que se superponen: temor, angustia, ansiedad, depresión, ira, entre otras.2 Esto se debe a que el cáncer se ha asociado, durante mucho tiempo, al final de la vida, a una suerte de sentencia. Años atrás, no existían tantas fuentes de información y hablar de este padecimiento era un tabú. Asimismo, no se contaba con los métodos de diagnóstico y tratamiento que se pueden usar actualmente. (3)
Entonces, si hoy la sobrevida se ha extendido exponencialmente (1), ¿por qué no pensar el cáncer como una oportunidad de vivir diferente? Este cambio de perspectiva puede transformar el transcurso de la enfermedad. El temor a no curarse, a perder el sustento, a los seres queridos, a sentir dolor, sumado a la incertidumbre y todo lo que atraviesa al paciente en su sentir y vivir, pueden abordarse desde otro punto de vista si se cambia la mirada del proceso.
En la actualidad, los pacientes cuentan con la posibilidad de ser atendidos por equipos multidisciplinarios que se especializan en tratar cada aspecto de la enfermedad, considerando al paciente como un “todo” desde lo médico, lo psíquico y lo social. (4) En este sentido, es importante mantener un diálogo fluido con el equipo tratante para conocer cuáles son los objetivos del tratamiento y que el paciente forme parte en la toma de decisiones. Para ello debe estar debidamente informado: del estadio de la enfermedad, de las opciones de tratamiento que hay disponibles y la importancia de elegir, cuando se puede, la estrategia más adecuada, adaptada a la necesidad o posibilidad individual. (5)
Si un paciente recibió tratamiento curativo y se halla libre de enfermedad, debe permanecer en controles (6). Cuando esto no se consigue la curación, entonces se trata de prolongar la vida con la mejor calidad posible.
Y si el cáncer no pudo ser extirpado o hay metástasis y el enfoque del tratamiento no es curativo sino paliativo, ¿qué se puede hacer? (7)
Primero, es importante tener presente que cualquier tratamiento que se realiza ha demostrado científicamente, a través de estudios, una posibilidad para curar, prolongar la vida o disminuir los síntomas o complicaciones.
Convivir con la enfermedad es difícil, pero hay varios puntos a tener en cuenta (7,8):
- Con la combinación de nuevos medicamentos, técnicas quirúrgicas, y tratamientos radiantes, la enfermedad avanzada puede demorar su avance y las complicaciones generadas pueden ser tratadas a medida que aparecen.
- Es importante tratar de mantener una rutina adecuada para adaptarse a las nuevas posibilidades. Tratar de que se asemeje a la rutina habitual, previa al diagnóstico, en la mayor medida de lo posible.
- Tratar de incorporar hábitos saludables: una buena nutrición, realizar ejercicio en forma regular, procurar un buen descanso, tomar conciencia del cuidado de la salud mental y espiritual. Todos son pequeños escalones que pueden elevar la calidad de vida del paciente.
- Dejarse ayudar: muchos pacientes se sienten culpables por el cambio en la dinámica familiar o del entorno que genera una enfermedad prolongada o debilitante, y no permiten o limitan la ayuda que les pueden brindar las personas que los rodean o el mismo equipo de salud. Es importante cambiar esta perspectiva y aceptar la ayuda y el acompañamiento del entorno. Generalmente, la mayoría de los pacientes intentaría ayudar a otros si la situación fuese a la inversa.
- Dialogar: hablar tanto con el equipo de salud como con los seres queridos que rodean al paciente. Que no queden dudas ni interrogantes, ni cosas sin preguntar o sin decir. De ese modo se podrá discutir abiertamente cada opción que surja en el transcurso de la enfermedad y tomar la mejor decisión en cada caso.
Vivir con cáncer es un proceso, no un suceso, y como tal va transcurriendo por etapas.
En este sentido, tener presentes las potenciales preocupaciones del paciente es indispensable y, para abordarlas, serán necesarias la comunicación fluida y el entendimiento entre la tríada que conforman el equipo de salud, el paciente y el entorno.