Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico tratante.
¿Cuál es la preparación para recibir un trasplante de médula ósea?1
Tras la realización de varios estudios y establecer quién será el donante de médula ósea, es necesario que haya un proceso llamado condicionamiento. Durante el mismo, el paciente recibe quimioterapia y, posiblemente, radiación, para destruir las células cancerosas que queden en circulación, deprimir el sistema inmunitario y preparar la médula ósea para las células del donante. El tipo de condicionamiento dependerá de la enfermedad, el estado de salud actual del paciente y el tipo de trasplante que se realizará.
El condicionamiento mismo puede provocar ciertos efectos adversos, para los cuales se podrían indicar ciertos tratamientos. Algunos de estos incluyen:
● Problemas digestivos, como náuseas y vómitos, diarrea, úlceras o llagas en la boca
● Fatiga, caída del pelo
● Infección
● Infertilidad
● Sangrado o anemia
● Cataratas
● Complicaciones en órganos, como insuficiencia cardíaca, hepática o pulmonar
¿Qué sucede los primeros días y semanas después del trasplante?1,5
Después del trasplante, el paciente debe continuar bajo control médico y se realizan estudios de seguimiento, como análisis de sangre y otras pruebas. Por lo tanto, es probable que deba permanecer internado en el hospital (o cercanías) por un tiempo. Durante esa estadía (cuya duración puede ser variable) es común que se vigilen cuidadosamente los resultados de los análisis de sangre y los signos vitales. En ocasiones el paciente recibe nutrientes por una vía intravenosa hasta que pueda comer por boca y, al momento del alta, se deben tener definidos los cuidados que requerirá en el hogar.
Luego del trasplante, el paciente requiere muchos cuidados y lo ideal es que haya una persona asignada (familiar u otro) que lo acompañe y asista. Es importante consultar al equipo de salud todas las preguntas que el paciente o su familia tengan respecto del procedimiento y los controles previos y posteriores necesarios.
Los mayores riesgos del trasplante son el riesgo aumentado a desarrollar infecciones y/o hemorragias. Esto puede requerir medicación, por ejemplo, el uso de antibióticos, antimicóticos y antivirales (para tratar o evitar infecciones por bacterias, hongos o virus, respectivamente) en el primer caso o transfusiones de plaquetas y glóbulos rojos para el segundo (si provocara anemia). También las transfusiones pueden ser necesarias hasta que las nuevas células madre se afiancen en la médula ósea del receptor y puedan generar sus propias células sanguíneas. Algunas otras complicaciones posibles del trasplante son náuseas, diarrea, vómitos, fatiga, falta de apetito, llagas bucales, caída del pelo y reacciones de la piel. Los efectos de este procedimiento pueden estar presentes durante meses o años, y es importante continuar en seguimiento médico durante toda la vida.
En cuanto a la inmunidad, cuando el paciente recibe células madre de un donante puede ser necesario que necesite medicamentos para evitar la enfermedad de injerto contra huésped (inmunosupresores). Además, la remoción de la médula ósea (en el proceso de condicionamiento) elimina a su vez la memoria inmune frente a las vacunas que se haya aplicado esa persona previamente, y la ponen en riesgo de enfermedades infecciosas evitables por la vacunación. Las personas que se someten a trasplantes de médula ósea deben, por lo tanto, hacer seguimiento regular de los niveles de anticuerpos en sangre contra estas infecciones y, eventualmente, ser vacunados nuevamente si las defensas fueran insuficientes.
¿Es necesario cambiar la dieta y el estilo de vida luego de un trasplante de médula ósea?1
Algunos aspectos de la nutrición deben tenerse en cuenta al realizar un trasplante de médula ósea, por lo que es importante que un nutricionista esté involucrado en el seguimiento de quienes se han sometido a este procedimiento. Las sugerencias de este profesional pueden ser útiles para mantenerse saludables en general (incluido el control del peso corporal y el control de efectos adversos de la quimioterapia o la radiación) y, en particular, para evitar infecciones transmitidas por los alimentos. Si el paciente recibe inmunosupresores, podría recomendarse evitar el pomelo y su jugo, debido a que puede interactuar con la forma en que el organismo procesa estos fármacos. Como en muchos otros casos, se recomienda limitar la cantidad de sal incluida en la dieta, restringir la cantidad de alcohol que se consume, hacer controles médicos de rutina y evitar el tabaquismo.
¿Qué se puede esperar del trasplante de médula ósea a largo plazo?1,3
Un trasplante de médula ósea puede controlar o curar ciertas enfermedades, prolongar la vida y mejorar su calidad, aunque esto depende de las características del problema médico por el cual se indicó y de la respuesta del organismo al procedimiento. En algunas personas hay pocos efectos secundarios y complicaciones, mientras que otros pueden sufrirlos tanto a corto como a largo plazo. Predecir a la perfección la gravedad de los efectos secundarios y el éxito del trasplante para cada persona no es posible, pero se sabe que en gran medida estos dependen del tipo de trasplante (especialmente el nivel de compatibilidad genética con el donante), la enfermedad, la salud general, la edad y las terapias recibidas previamente (como la quimioterapia o radioterapia).
Si el trasplante es exitoso, el paciente puede retomar una vida normal cuando se sienta bien por completo, lo cual puede demorar hasta un año. Al igual que para otros procedimientos que modifican parte de la anatomía o fisiología de la persona, la vida luego del trasplante (así como estar en lista de espera para recibirlo) puede no ser fácil, y son comunes los temores y las preocupaciones. Las redes de apoyo son muy importantes para poder lidiar con esta situación, e incluyen a los amigos, la familia y grupos de otras personas que estén pasando por, o hayan sufrido, lo mismo.
Aceptar un trasplante de médula ósea, con sus complicaciones posibles y controles periódicos necesarios (muchas veces durante toda la vida), puede ser difícil, pero este tratamiento puede, de ser exitoso, restaurar en gran medida la calidad de vida de las personas que lo necesitan.1
