Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico tratante.
Como parte del tratamiento de pacientes con Artritis Reumatoidea, la actividad física es muy importante ya que podría contribuir en la mejoría del estado general y articular de los pacientes, si es practicada en forma moderada, adaptándose a las condiciones de cada persona bajo las recomendaciones del especialista tratante.
Dichas recomendaciones forman parte de un plan de reposo y ejercicio físico personalizado que tiene en cuenta varios aspectos, como la edad y el estado físico del paciente; la intensidad de la actividad inflamatoria, el dolor y la rigidez articular; la presencia de un mayor o menor grado de limitaciones al movimiento y las preferencias individuales de cada persona.
Realizar ejercicio físico podría:
- reducir el dolor,
- mejorar la funcionalidad,
- estimular el estado de ánimo,
- mejorar la calidad de vida de los adultos con artritis,
- ayudar a controlar otras afecciones crónicas comunes, como diabetes, enfermedades cardiovasculares y obesidad,
- mejorar la rigidez y la limitación de los movimientos causados por la artritis,
- mejorar la flexibilidad,
- fortalecer los músculos,
- mejorar el sueño,
- fortalecer el corazón,
- ayudar a adelgazar,
- mejorar la apariencia física.
Por estos motivos hacer ejercicio, incluso desde el inicio de la enfermedad, es importante para mantener la movilidad completa de las articulaciones.
De esta forma, es fundamental tener en cuenta que:
• El ejercicio es un complemento de las demás actividades diarias.
• Es recomendable comenzar lentamente y con poca actividad y modificar la actividad si los síntomas de artritis aumentan.
• Se deben evitar los deportes de contacto físico (fútbol, básquet, handball, etc.).
• En forma moderada, el ejercicio físico no representa ningún riesgo para las personas con artritis.
• Los ejercicios en el agua (natación, aquagym, etc.) son una buena opción, por su menor impacto sobre las articulaciones.
Se recomienda generalmente que se reduzca la actividad y evitar el ejercicio físico durante los períodos de intensa actividad inflamatoria, mientras que, por el contrario, se indica reiniciarlo e incrementarlo cuando los síntomas son menores y en los períodos de remisión, siempre siguiendo las recomendaciones del médico tratante
Los No:
Los ejercicios físicos y las actividades deportivas que conllevan la realización de esfuerzos intensos y mantenidos.
Los Sí:
los ejercicios aeróbicos, como los que representan la marcha, andar en bicicleta y nadar, practicados con moderación.
Otros ejercicios específicos para las articulaciones:
Ejercicios isométricos.
Son aquellos ejercicios en los que se contrae un músculo sin que se mueva la articulación implicada (por ejemplo, mantener una pierna extendida sin moverla). Estos ejercicios sirven para fortalecer la musculatura sin sobrecargar la articulación.
Ejercicios dinámicos.
Durante esta práctica se efectúa repetidamente todo el movimiento, el cual consiente una articulación hacia una y otra dirección (por ejemplo, flexionar y estirar el brazo alternativamente) y podría ser de utilidad para prevenir la limitación de movimiento.