Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico tratante.
Los cuidados paliativos son aquellos destinados a lograr y mantener la calidad de vida del paciente con una enfermedad avanzada o grave (como, por ejemplo, cáncer) y se deben aplicar independientemente de los tratamientos indicados (como la quimioterapia, la inmunoterapia, la radioterapia, etc.). (1)
Este tipo de atención se establece con un objetivo global, es decir, para asistir a la persona en su conjunto y no solo a su enfermedad. El propósito de los cuidados paliativos es prevenir, o tratar lo antes posible, aquellos síntomas y efectos secundarios de la patología y el tratamiento, y los problemas psicosociales y emocionales asociados. (1)
Los cuidados paliativos también se conocen como cuidados de apoyo y manejo de síntomas. Los pacientes pueden recibirlos en hospitales, clínicas ambulatorias, centros de cuidados a largo plazo, hospicios o en forma domiciliaria bajo la supervisión de un equipo de salud interdisciplinario (médicos, enfermeros, psicólogos, nutricionistas y/o acompañantes terapéuticos).(1)
Dolor en los pacientes con cuidados paliativos (4)
Dentro de los síntomas, el dolor es uno de los más frecuentes en la enfermedad oncológica y es primordial el control (alivio) del mismo. Los tipos de dolor pueden clasificarse en:
- Dolor de poca duración: que puede ser causado por un procedimiento (por ejemplo: una cirugía o una inyección) o por alguna actividad física (algún movimiento).
- Dolor ocasional (cefalea).
- Dolor constante: de largo tiempo de aparición (escara en pacientes postrados, dolor inherente a lesión tumoral expansiva).
Incluso, aun estando con tratamiento para el dolor, el mismo puede intensificarse de repente. A esto se le llama dolor irruptivo (disruptivo) y ocurre principalmente entre las dosis de analgésicos que ya se están recibiendo. Pero también puede no estar relacionado con la actividad física ni con un momento determinado del día. Lo recomendable es especificar el desencadenante para lograr su manejo adecuado. Independientemente del tipo de dolor, es fundamental comunicárselo al profesional médico o personal de enfermería a cargo de los cuidados. El dolor no significa que la enfermedad oncológica haya empeorado o extendido. (4)
Si el dolor asociado con el cáncer no se trata, otros síntomas de esta enfermedad, o incluso los efectos secundarios de la medicación oncológica (como fatiga, cambios de humor, estrés), podrían potenciarse4. Encontrar formas de aliviar el dolor es importante para mantenerse activo, dormir mejor y mejorar el apetito. También ayuda para aprovechar mejor las actividades y el tiempo con familiares y amigos. (2)
Medicación para el dolor (4)
Naturalmente, existen medicamentos (analgésicos) para tratar el dolor. Lo recomendable es cumplir la regularidad y horarios de la indicación del personal de salud tratante. Se pueden usar dosis de “rescate” o adicionales para ayudar a controlar el dolor irruptivo, si este se produce. Algunos se toman por vía oral, mientras que otros se inyectan (en vena, intramuscular o vía subcutánea) o bien se usan como parches cutáneos.
Los más usados durante los cuidados paliativos son:
- Analgésicos no opioides.
- Analgésicos opioides.
- Antineuríticos: para ayudar a lograr control del dolor.
- Cannabinoides. (5)
Nutrición en los cuidados paliativos (2,3)
La evaluación de la ingesta y el estado de los alimentos son importantes para la calidad de vida de los pacientes y deben ser llevados a cabo como parte de la estrategia global de los cuidados paliativos. Asimismo, proporcionar una alimentación adecuada al contexto es fundamental, no solo para satisfacer las necesidades fisiológicas, sino también por los beneficios sociales, culturales y psicológicos que aporta a los pacientes y sus cuidadores.
Por su inapetencia y saciedad precoz, los pacientes oncológicos pueden no comer de manera abundante, por lo que es un reto tener una visión clara de las alternativas existentes para una buena alimentación. Para ello, es esencial tener una buena comunicación entre el paciente y los implicados en su cuidado, que prevalezca el respeto de la autonomía del paciente como algo fundamental para un cuidado nutricional y paliativo óptimo.
Pero así también debe saberse y comprender que, ante la situación de una enfermedad avanzada, el paciente puede volverse inapetente y con poco interés por los alimentos y líquidos. Por lo que no hay que forzarlo a comer, sino llevar un manejo conjunto con el equipo de salud tratante para lograr el mejor manejo con calidad de vida.