Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico tratante.
El miedo, el enojo, la tristeza y la ansiedad son algunas de las emociones que suelen sentir las personas que reciben un diagnóstico de cáncer. Como cualquier otra experiencia impactante de la vida, la noticia afecta a cada uno de manera diferente. Lo importante es saber que más allá de la catarata de múltiples sentimientos que puede generar esta situación, todos ellos son válidos e importantes, y saber que pedir ayuda es fundamental.1
La depresión y el estrés
Al presentarse de maneras diferentes en cada persona, el reconocimiento de la depresión muchas veces puede resultar dificultoso. Sin embargo, es importante detectarlo de forma temprana para avanzar en un tratamiento que permita que la persona se sienta mejor lo más rápido posible. Los eventos estresantes o traumáticos, como un diagnóstico de cáncer, pueden, en algunos casos, disparar la depresión. Por eso, es importante compartir con el equipo de atención médica cualquier pensamiento perturbador que pueda ser un indicio de esta condición.1
Por su parte, el estrés puede afectar al cuerpo de varias formas. Cuando se activa el sistema de respuesta ante una situación estresante y nos exponemos a hormonas del estrés durante un tiempo prolongado pueden alterarse casi todos los procesos del cuerpo. De hecho, algunas investigaciones sugieren que podría existir un vínculo estrecho entre el estrés y el avance y/o recurrencia del cáncer. La buena noticia es que siempre se pueden encontrar las herramientas para manejar el estrés a partir de la ayuda de un profesional.1
La negación y el enojo
Una reacción común es la negación de la enfermedad. Esta respuesta puede dar el tiempo que se necesita para aceptar la situación y mirarla desde una perspectiva más optimista. Lo importante es que esta emoción no perdure, aunque la mayoría de los pacientes pueden superarla cuando comienzan con el tratamiento.2
La pregunta “¿por qué a mí?" suele relacionarse con un sentimiento común: el enojo, el cual es probable que se descargue en los médicos, familiares y amigos cercanos. El miedo, el pánico, la frustración, la ansiedad y la impotencia pueden originar ese enojo. Lo importante es no simular que todo está bien y que esta emoción sirva como un motor para actuar y tomar medidas.2
Temor y preocupación
Estas dos emociones también son muy comunes al recibir un diagnóstico de cáncer. Preocuparse o tener miedo al dolor, al tratamiento, a conservar el trabajo y a morir es perfectamente entendible y una buena manera de sobrellevarlo es informándose sobre la enfermedad. Aprender sobre el cáncer y estar al tanto de lo que se debe esperar puede ayudar a reducir este tipo de preocupaciones y ubicar al paciente en un rol más activo frente al tratamiento y/o los pasos a seguir. 2
Si bien muchas veces no es fácil, compartir lo que nos pasa y cómo nos sentimos puede ser saludable. Recordá que si sos paciente, familiar o amigo de una persona que recibió un diagnóstico difícil, pedir ayuda y contar con un círculo de contención puede ser útil.