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Embarazo y enfermedades autoinmunes
Embarazo y enfermedades autoinmunes

Actualmente, los embarazos en mujeres con enfermedades crónicas han ido en aumento. Esto es preocupante ya que, en el caso de enfermedades autoinmunes, las mujeres son especialmente afectadas en edad fértil. Esta asociación entre embarazo y enfermedades autoinmunes puede aumentar el riesgo de complicaciones graves para la madre y el bebé.1

Cuando una mujer queda embarazada, su sistema inmune tiene que evitar reconocer las moléculas del feto como extrañas y que así no se produzca un rechazo del mismo. Este tipo de adaptaciones cobran relevancia cuando la mujer presenta una enfermedad autoinmune, como por ejemplo artritis reumatoide (AR) o lupus eritematoso sistémico (LES).2

Una enfermedad autoinmune puede verse alterada por las adaptaciones que ocurren durante el embarazo, pudiendo producirse empeoramientos o mejoras.2 Además, los embarazos de mujeres con una enfermedad preexistente son embarazos potencialmente de alto riesgo y se asocian a una mayor tasa de complicaciones maternas y obstétricas.1

Este tipo de enfermedades se ven con mayor frecuencia en mujeres, y suelen manifestarse por primera vez durante la fase reproductiva. Por lo tanto, se encuentran entre las enfermedades preexistentes más comunes en el embarazo. Por otro lado, la evolución de estas enfermedades es muy variable, y puede derivar ya sea en una mejoría de los síntomas, por ejemplo, en la artritis reumatoide, hasta una exacerbación con complicaciones maternas y fetales, como en el lupus eritematoso sistémico.1


Evolución del embarazo en enfermedades autoinmunes

El embarazo se asocia con una mejoría de los síntomas de la AR más del 70% de las pacientes, aunque la enfermedad reaparece tras el parto (unas 8 semanas después). Después del parto suele ser común un agudizamiento transitorio de la enfermedad, cuyas causas aún se desconocen.2

La prevalencia de la AR en mujeres en edad fértil es de aproximadamente 0.2%. Algunas de las complicaciones que se pueden presentar son hipertensión, retraso del crecimiento del bebé y parto prematuro, entre otros.1

El LES también se altera notablemente durante el embarazo. Con esta enfermedad se puede elevar la presión arterial, desarrollar hipertensión y derivar en preeclampsia, e incluso darse una exacerbación a nivel del riñón, el cual predispone a parto prematuro o muerte fetal.2

Finalmente, las personas con esclerosis múltiple que quedan embarazadas ven reducidos los síntomas durante este periodo. Sin embargo, poco después del parto, la enfermedad vuelve a aumentar incluso por encima de cómo se encontraba en el periodo previo al embarazo. Se ha demostrado que hormonas como los estrógenos, la progesterona y la testosterona controlan la esclerosis múltiple al influir en las respuestas inmunes y contribuyen a los mecanismos de reparación del sistema nervioso.2

Los riesgos en mujeres embarazadas con enfermedades autoinmunes que requieren un diagnóstico y una monitorización fetal prolongados son predominantemente los trastornos relacionados con la placenta como preeclampsia y restricción del crecimiento.1

Consulte a su médico.

Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico tratante.
 

Referencias

1.    Merz WM, Fischer-Betz R, Hellwig K, Lamprecht G, Gembruch U. Pregnancy and Autoimmune Disease. Dtsch Arztebl Int. 2022;119(9):145-156. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9201458/  

2.    Expósito Serrano M, Sánchez Molina A. Embarazo y enfermedades autoinmunes. MoleQla Rev Cienc Univ Pablo Olavide. 2017;(25):3. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5972226 

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